«Los datos,
organizados y empleados debidamente,
pueden convertirse en información.
La información,
absorbida, comprendida y aplicada por las personas,
puede convertirse en conocimientos.
Los conocimientos
aplicados frecuentemente en un campo
pueden convertirse en sabiduría,
y la sabiduría es la base de la acción positiva.»
Como apuntan Ekins, Hillman y Hutchison [2] (p. 117), el movimiento desde los datos hasta la sabiduría supone un distanciamiento de los meros cálculos, una manifestación de la intuición y del sentido común, una adquisición de conocimientos tácitos, y un mayor número de juicios sintéticos que de juicios analíticos. Todas ellas son características humanas y, por ahora, no maquinales.
Nuestra sociedad, en su modo actual, quizás no sea aún la sociedad de la información, ni del conocimiento, ni de la sabiduría. Mucho del primer eslabón nos está vedado: es tal la inmensidad de datos en acecho, que no nos es posible su procesamiento para su trastrocamiento en información.
Pero tampoco es la sociedad de los datos. Probablemente la nuestra sea la sociedad de los bosquejos. La rapidez con la que transitamos por la vida, hace que lo incompleto valga por exhaustivo, lo dudoso, por seguro, y lo vago, por preciso. Vivimos dominados por una lógica autodoxástica (razona a partir de sus propias creencias), contradictorial y no monótona, capaz de razonar en ambientes de incertidumbre. Y debe ser así: las únicas verdades son los hechos; todo lo demás es plausible, en mayor o menor grado.
A los hechos —no necesariamente físicos—, a esas únicas verdades, se les denomina datos. Según la teoría clásica de la información, desarrollada por Claude Elwood Shannon, la información contenida en una porción de conocimiento proporciona una medida de la reducción de nuestra incertidumbre sobre algún aspecto del universo de discurso, o dicho de otro modo, de la amplitud con que esa porción de conocimiento aumenta nuestro conocimiento previo. A una misma porción de conocimiento corresponden contenidos de información distintos, según el receptor. Hablando coloquialmente: no es lo mismo que le comuniquen algo que no sepa, que sospeche o que sepa.
Parece indiscutible que el aprendizaje humano —responsable, sin duda, de su evolución y progreso—, está fuertemente influenciado por el conocimiento previo poseído.
Los sistemas de información, basados en conocimiento, de ayuda a la decisión, de gestión de contenidos, etc., prestan un apoyo inestimable a los estudios sobre cambio en las organizaciones, al permitir simular las interferencias que se producen entre los conocimientos nuevos con los que se poseían de antemano, así como el proceso de desarrollo y evolución de la cultura empresarial.
La finalidad, el porqué y el para qué de cada situación, condicionan qué métodos usar, qué datos recoger, qué instrumentos utilizar, qué decisiones tomar, qué acciones emprender y cómo hacer todo eso.
Todos ellos son puntos de encuentro de la Ingeniería, el Desarrollo y la Gestión del Conocimiento.
Producir (crear, descubrir, causar), administrar (suministrar, distribuir), gestionar (qué hacer para conseguir un propósito) y desarrollar conocimiento (inferir, sea transducir, educir, inducir, abducir, deducir o retroducir) son pilares indiscutibles de cualquier sociedad o empresa.
Desde siempre se ha gestionado el conocimiento en la empresa, pero era una gestión implícita. Convertirla en una gestión dinámica, explícita, a la vez que efectiva es el objetivo de la Gestión del Conocimiento. La ayuda para conseguir esta meta proviene de la mediación de la Tecnología, y por tanto de su correcta introducción, acomodo y aprovechamiento. La invención, perfeccionamiento y uso de la tecnología, como aplicación de los conocimientos científicos, para resolver los problemas en la Gestión del Conocimiento, constituye la Ingeniería del Conocimiento.
La comunidad de Conocimiento Libre debe promover estudios de cómo contextualizar la Ingeniería y Gestión del Conocimiento en su ámbito, y cómo armonizar los intereses de las empresas y organizaciones, puramente capitalistas, con las demandas comunitaristas del conocimiento libre.
Pero tampoco es la sociedad de los datos. Probablemente la nuestra sea la sociedad de los bosquejos. La rapidez con la que transitamos por la vida, hace que lo incompleto valga por exhaustivo, lo dudoso, por seguro, y lo vago, por preciso. Vivimos dominados por una lógica autodoxástica (razona a partir de sus propias creencias), contradictorial y no monótona, capaz de razonar en ambientes de incertidumbre. Y debe ser así: las únicas verdades son los hechos; todo lo demás es plausible, en mayor o menor grado.
A los hechos —no necesariamente físicos—, a esas únicas verdades, se les denomina datos. Según la teoría clásica de la información, desarrollada por Claude Elwood Shannon, la información contenida en una porción de conocimiento proporciona una medida de la reducción de nuestra incertidumbre sobre algún aspecto del universo de discurso, o dicho de otro modo, de la amplitud con que esa porción de conocimiento aumenta nuestro conocimiento previo. A una misma porción de conocimiento corresponden contenidos de información distintos, según el receptor. Hablando coloquialmente: no es lo mismo que le comuniquen algo que no sepa, que sospeche o que sepa.
Parece indiscutible que el aprendizaje humano —responsable, sin duda, de su evolución y progreso—, está fuertemente influenciado por el conocimiento previo poseído.
Los sistemas de información, basados en conocimiento, de ayuda a la decisión, de gestión de contenidos, etc., prestan un apoyo inestimable a los estudios sobre cambio en las organizaciones, al permitir simular las interferencias que se producen entre los conocimientos nuevos con los que se poseían de antemano, así como el proceso de desarrollo y evolución de la cultura empresarial.
La finalidad, el porqué y el para qué de cada situación, condicionan qué métodos usar, qué datos recoger, qué instrumentos utilizar, qué decisiones tomar, qué acciones emprender y cómo hacer todo eso.
Todos ellos son puntos de encuentro de la Ingeniería, el Desarrollo y la Gestión del Conocimiento.
Producir (crear, descubrir, causar), administrar (suministrar, distribuir), gestionar (qué hacer para conseguir un propósito) y desarrollar conocimiento (inferir, sea transducir, educir, inducir, abducir, deducir o retroducir) son pilares indiscutibles de cualquier sociedad o empresa.
Desde siempre se ha gestionado el conocimiento en la empresa, pero era una gestión implícita. Convertirla en una gestión dinámica, explícita, a la vez que efectiva es el objetivo de la Gestión del Conocimiento. La ayuda para conseguir esta meta proviene de la mediación de la Tecnología, y por tanto de su correcta introducción, acomodo y aprovechamiento. La invención, perfeccionamiento y uso de la tecnología, como aplicación de los conocimientos científicos, para resolver los problemas en la Gestión del Conocimiento, constituye la Ingeniería del Conocimiento.
La comunidad de Conocimiento Libre debe promover estudios de cómo contextualizar la Ingeniería y Gestión del Conocimiento en su ámbito, y cómo armonizar los intereses de las empresas y organizaciones, puramente capitalistas, con las demandas comunitaristas del conocimiento libre.
Reflexión
El ámbito de las personas que fabrican la información a partir de los datos (los productores) como es el caso de nuestro “Profesor” y el ámbito de los que consumen información y la procesan en conocimiento, (los consumidores) “Alumnos”. Un amplio círculo de Contexto engloba el paso de información a Conocimiento y de éste a la Sabiduría. El conocimiento va de la mano de experiencia.Fuente
Epistemowikia - URL: http://cala.unex.es/cala/epistemowikia/index.php?title=Datos%2C_informaci%C3%B3n%2C_conocimiento%2C_sabidur%C3%ADa - Consultada 03/10/2014
[1] Michael Cooley. Architect or Bee? Hogarth Press, London, UK, 1987.
[2] Paul Ekins, Mayer Hillman y Robert Hutchison. Riquezas Sin Límite. Edaf, Madrid, 1992. (Traducido al español de: Wealth Beyond Measure, Gaia Books Ltd., London, 1992).
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